Vivimos en una sociedad marcada por las prisas y la falta de tiempo para todo. Desde niños nos enseñaron que debíamos esperar a ser adultos para que nuestras ideas y opiniones fuesen valoradas, ya que pocas veces se tienen en cuentan los sentimientos de un niño puesto que ¿quién mejor que un adulto sabe lo que necesita y es mejor para él en todo momento?
Tanto es así, que desde que nacen, empezamos a imponer normas, a establecer lo que a nuestro juicio de adulto está bien y mal y cómo y cuándo se debe hacer cada cosa. En definitiva con todo esto creemos que lo único que conseguimos es ir matando la creatividad de los niños o, ¿acaso nos hemos fijado en como son por ejemplo los cuadernos para colorear? Cuando aparece por ejemplo un árbol para colorear, el adulto tiene muy claro que el resultado final debe ser similar a este:
Antes de darnos cuenta ya estamos dando instrucciones de cómo hay que pintar el árbol: “primero pintamos de verde la copa y luego con el marrón coloreamos el tronco; hacedlo despacito, cuidado con salirse, ...”
¿Somos conscientes entonces de los que estamos haciendo? ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar qué posibilidades tendría el árbol si dejásemos rienda suelta a la imaginación del niño? ¿Por qué continuamente recurrimos a modelos a copiar en lugar de presentar al niño un lienzo en blanco donde su imaginación y creatividad se puedan desarrollar?
A modo de reflexión, os dejamos un video de Aelita Andre, una niña que con tan solo cuatro años ya expone sus obras en galerías de Nueva York.
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